Empezaron en la música «por ligar, por esas cosas de adolescentes», pero con su primer disco, de título homónimo, «Hombres G», del que se cumplen 30 años, los madrileños empezaron a convertirse en el mayor hito comercial de la época, un fenómeno tan celebrado como discutido, no exento de debate aún hoy.
«Hay muchos prejuicios y atención al qué dirán», lamenta David Summers, vocalista y bajista de la mítica formación, impresión corroborada por Dani Mezquita. «Nuestra culpa fue vender muchos discos», asevera el guitarrista.
Ambos han atendido una entrevista con Efe hoy en Madrid junto a sus compañeros, el también guitarrista Rafa Gutiérrez y el baterista Javier de Molina, a propósito de la reedición de su álbum de debut, agotada tras un primer lanzamiento de 3.000 unidades.
«El primer disco fue un bombazo, pero que esto pase otra vez después de 30 años…», celebra el cuarteto, que encuentran entre su público actual a generaciones posteriores y a mucha gente que en aquella época les «escuchaban en silencio y que ahora han salido del armario».
Aún así, «si se hace una lista de los 100 mejores discos del pop español, seguro que los críticos no nos van a poner», añaden, «satisfechos» en cualquier caso de lo conseguido hasta ahora.
Hombres G dispararon las ventas de discos en España a niveles estratosféricos en los años 80, compusieron una batería de «hits» incontestables como «Devuélveme a mi chica», «Voy a pasármelo bien» o «Venezia» y fueron pioneros en su salto a América.
De la elaboración de «Hombres G» (1985) recuerdan una «ilusión irrepetible». «Éramos unos niños. Ya no es que no supiéramos tocar, es que no sabíamos de nada. El éxito nos atrapó a la primera y tuvimos que aprender sobre la marcha, de camino a actuar en América ante 40.000 personas», rememora Summers.
«Tener la cabeza centrada», subrayan, les sustrajo del envanecimiento que aqueja a muchas estrellas en sus circunstancias. «Siempre hemos sido gente sencilla que nos hemos conformado con poco. No hemos soñado nunca con la vida del ‘star-system'», aseguran.
Era tal el bullicio en torno a ellos que de los hoteles conocían sobre todo la salida trasera, la de la cocina, hasta que llegó un día, en 1992, en el que decidieron tomarse un respiro.
«Estábamos con la reserva encendida. Fueron siete discos en siete años, más dos películas, las giras en España y América… Necesitábamos disfrutar de vida privada durante unos años. Lo que no pensamos en que fuesen a ser diez al final», explica Mercado.
Querían hacer otras cosas, experimentar, pero su marca les precedía y les acosaba. «Estábamos en una fase un poco ‘Abbey Road’. Queríamos salir de la etiqueta en la que nos habían metido, pero no se nos permitía. Eso nos jodió y decidimos cortar», dice Summers.
De ese tiempo son los que consideran sus mejores discos desde el punto de vista de la producción: «Voy a pasármelo bien» (1989) y «Ésta es tu vida» (1990), con la colaboración de la Orquesta Sinfónica de Londres y la supervisión de Nigel Walker.
No recelan de sus primeros álbumes, como «La cagaste… Burt Lancaster» (1986), simple en su planteamiento formal, pero lleno de «singles» potenciales, una de sus mayores cualidades como banda.
«Ahora se fabrican éxitos, pero eso entonces no existía», destaca Gutiérrez.
¿Su fórmula secreta? «Mi padre -el director de cine Manuel Summers- me decía siempre que lo importante no era hacer películas buenas, sino hacer películas, porque si haces muchas, alguna te sale muy buena, y que lo de las canciones era igual», relata el cantante.
Otro mérito importante es haber aguantado tres décadas con la misma alineación del principio. Ellos apelan a la democracia interna, al respeto, a conocer la misión de cada uno, a la profesionalidad y, sobre todo, a la amistad.
«Nuestro criterio es hacer siempre lo mejor para el grupo, porque lo mejor para el grupo es lo mejor para los cuatro», remarca Gutiérrez.
Entre sus proyectos más inmediatos, se encuentra el lanzamiento de una caja con sus grandes éxitos, más cuatro canciones recientes nunca publicadas en disco y rarezas, además de una gran gira por recintos con aforos superiores a las 8.000 localidades que les devolverá el 26 de junio a la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, doce años después del DVD que grabaron allí en 2003.
«Ahora estamos recogiendo la cosecha. Se nos está devolviendo muchas cosas que en su día no se nos dieron. Con 50 años estamos tocando en sitios como el Staples Center de Los Ángeles, nos sentimos más respetados, más queridos y con capacidad de emocionar al público igual que siempre», concluyen. EFE