Cuando Gabriela Isler se despierte el 25 de enero, será la 441era y última vez que comience el día ostentando el título de Miss Universo.
La beldad venezolana volverá a ser, como ella dice, «solo Gaby».
El reinado de Isler está en sus días finales; el 25 de enero coronará a su sucesora en Miami. La clásica corona, esa que se cayó de su cabeza la noche que ganó el certamen, pronto se colocará con cuidado sobre alguien más y, tras haber recorrido el mundo casi sin parar, Isler está lista para empezar un nuevo capítulo.
«Antes de todo esto, yo era una simple muchacha, sin maquillaje ni peinados ni tacones, era solo una chica normal terminando mis estudios», dijo Isler en una entrevista con The Associated Press.
«Esto me cambió la vida, me hizo sentir hermosa con seguridad. … Ahora estoy feliz conmigo misma todos los días. Aprendí a ser feliz. Crecí en todo sentido, como hija, como hermana, como novia, como amiga. Esto transformó mi vida», añadió.
Isler, de 1,77 metros (5 pies 10 pulgadas), lleva la bandera de Venezuela con profundo orgullo pese a los problemas económicos y políticos que atraviesa la nación. Ser un ejemplo para otras mujeres en su país fue una prioridad durante su reinado como Miss Universo, y una vez que termine planea incrementar sus esfuerzos para ayudar a combatir un problema masivo de embarazos adolescentes.
«Durante mi reinado, me descubrí a mí misma», dijo Isler. «Quiero seguir haciendo muchas cosas relacionadas con esfuerzos humanitarios, así que uno de mis nuevos capítulos quizás sea convertirme en una vocera para distintas organizaciones, pero el primero es mi bebé: crear mi propia fundación en Venezuela que pueda ayudar a crear conciencia y traer educación y valores familiares a chicas y mujeres jóvenes.»
Los niveles asfixiantes de inflación y escasez de productos básicos son parte de la norma en Venezuela, donde los concursos de belleza son un negocio importante y una fuente de orgullo nacional.
«Con todo lo que está pasando en Venezuela, me siento muy satisfecha de tener la oportunidad de ser una persona con buenas noticias para mi país», expresó Isler. «Hice lo mejor que pude, no sólo para representar a la organización Miss Universo sino también a mi país».
Existe una simetría en el hecho de que termine su reinado en el sur de Florida, que tiene una población latina masiva y es el lugar que Isler dice será su segundo hogar.
El concurso Miss Universo será en la Universidad Internacional de Florida en Miami, pero muchos de los eventos preliminares serán en el cercano suburbio de Doral, con una gran población venezolana.
«Soñaba con entregar la corona en Venezuela», dijo Isler. «Pero tener esta oportunidad de terminar este reinado y cerrar un capítulo de mi vida alrededor de la comunidad venezolana, con este ambiente latino, esta energía latina, no pude haber pedido un mejor lugar».
Al preguntarle si hubo un particular de día de su reinado que se destacó entre los demás, Isler responde sin dudar: el 3 de septiembre, cuando fue al Vaticano, oyó al papa Francisco hablar sobre el papel de la mujer en la iglesia y recibió una bendición del pontífice.
«No pude dormir la noche antes de lo emocionada que estaba», dijo Isler. «No podía creer que era real. Estaba como, ‘¿De verdad, voy a conocer al Papa?’. Fui al Vaticano y no pude parar de llorar y podría llorar de nuevo. Fue un sueño. … Tenía lágrimas. No sabía que estaba despierta. … Ese día me di cuenta de que era real».
Isler anticipa que también se le saldrán las lágrimas la noche del concurso, no porque su tiempo como Miss Universo haya terminado sino por la emoción y el temor de lo que venga después.
«Estoy ansiosa por levantarme y simplemente disfrutar del día», dijo Isler. «Desayunar en la cama y tener la oportunidad de tener el primer día oficial en el que puedo tomar mis propias decisiones y empezar mis sueños».
No se quedará sentada mucho tiempo.
Su primera reunión está pautada para el 26 de enero.