Psicólogos estadounidenses han descubierto que una noche de insomnio puede aumentar significativamente el nivel de ansiedad. Para esto, llevaron a cabo un experimento en el que pidieron a los voluntarios que se quedaran despiertos toda la noche o durmieran normalmente, y luego monitoreen su actividad cerebral en respuesta a videos aterradores. Los resultados fueron publicados en Nature Human Behavior.
Uno de los síntomas más comunes del aumento de la ansiedad y del trastorno de ansiedad son los problemas de sueño. A diferencia de los estados depresivos, que pueden ir acompañados de insomnio e hipersomnia, las personas ansiosas en la mayoría de los casos sufren de falta de sueño.
Además, a pesar de que la ansiedad causa insomnio con mayor frecuencia, y no al revés, la falta de sueño normal puede agravar el trastorno, por lo que es muy importante comprender con precisión todos los aspectos de esta conexión.
Ansiedad e insomnio
Ahora los psicólogos dirigidos por Matthew Walker de la Universidad de California en Berkeley realizaron una serie de experimentos para probar los mecanismos neuronales involucrados en la aparición de ansiedad con falta de sueño y para evaluar el papel que juega el sueño lento en la eliminación del trastorno. Además, los autores estudiaron cómo la dinámica del sueño afecta la manifestación de los síntomas de ansiedad en un pequeño estudio a largo plazo.
Al primer experimento asistieron 18 personas que debían pasar una noche en vela en el laboratorio y una noche con la cantidad habitual de sueño (para esto último, se les proporcionó un polisomnógrafo ambulatorio). Por la mañana, los científicos estudiaron la actividad cerebral usando fMRI: a los participantes se les mostraron varios videos que deberían causar asco o ansiedad.
En el estudio de la actividad, los investigadores se centraron en aquellas áreas que generalmente están asociadas con la ansiedad: la ínsula y la amígdala (responsables del procesamiento de las emociones), así como el córtex anterior y la corteza prefrontal (que participan en el control cognitivo). Además, los participantes completaron un cuestionario estandarizado para identificar la ansiedad.
Los participantes con el mismo nivel de ansiedad luego de una noche de insomnio mostraron un aumento significativo (p = 0.008), así como una diferencia con el nivel de ansiedad después de las noches con una cantidad normal de sueño (p = 0.009). Al mirar el video, la actividad de la amígdala y la ínsula aumentó, y también se observó una disminución en la actividad de la corteza prefrontal. La actividad de la corteza cingulada anterior no cambió significativamente.
El efecto principal de la falta de sueño sobre el aumento de la ansiedad, aparentemente, fue regulado por la disminución de la actividad de la corteza prefrontal, que se asocia con un control cognitivo reducido y una mayor actividad de las zonas responsables del procesamiento emocional.
Actividad a) la corteza prefrontal medial b) la amígdala c) la corteza cingulada anterior d) la ínsula. El color azul indica el nivel de actividad después de una noche de sueño, el naranja, después de una noche de insomnio.
Matthew Walker y col. / Nature Human Behavior, 2019
Para verificar cómo las características del sueño afectan el nivel de ansiedad, los científicos analizaron sus fases individuales. Resultó que la mayor duración de la fase de sueño lento tiene un efecto positivo en la reducción de la ansiedad, y la actividad cerebral en el rango de 0.5 a 4 Hertz también se asoció con ella.
Además, en la mañana después del sueño normal, se observó un aumento (p=0.01) de la actividad de la corteza prefrontal, lo que, aparentemente, sugiere que el sueño en la fase lenta restablece la actividad de esta zona, lo que conduce a una disminución de la ansiedad. Los resultados de este experimento se reprodujeron en 32 participantes más que no durmieron en casa, sino en el laboratorio.
La relación entre calidad de sueño y ansiedad
Para verificar si existe una relación a corto plazo entre la ansiedad y la calidad del sueño (es decir, la falta de sueño puede aumentar la ansiedad al día siguiente), los científicos realizaron una encuesta en línea entre 280 personas. Estas tuvieron que completar un cuestionario sobre la calidad de su sueño y un cuestionario para los síntomas de ansiedad.
Resultó que el cambio en la calidad y cantidad de sueño de los participantes en realidad está asociado con la manifestación de ansiedad al día siguiente (p=0.001). Al mismo tiempo, la cantidad de sueño por separado no afectó este indicador.
Por lo tanto, los autores lograron aclarar el mecanismo del efecto de la falta de sueño en el aumento de la ansiedad. Aparentemente, debido a las noches de insomnio, la corteza prefrontal comienza a funcionar más lentamente, lo que conduce a una disminución en el control cognitivo, y especialmente en el control sobre aquellos departamentos que son responsables del procesamiento emocional.
Los investigadores también notan un efecto terapéutico en la fase de ansiedad del sueño lento, que, entre otras cosas, ayuda a la corteza prefrontal a restaurar el funcionamiento normal.
A comienzos de este año un estudio demostró que una “epidemia de ansiedad” está atacando a los jóvenes universitarios. Estos resultados tienen relación un estudio previo que indicaba que los jóvenes que sufren más trastornos psicológicos, depresión y tendencias suicidas que las generaciones anteriores.
Victor Román
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.