Colima.- Hay experiencias que nos marcan la vida, nos hacen madurar, aprender a valorar lo que tenemos y solidarizarnos con los que nos rodean.
A sus 18 años, Gaia Lucía López Barrera ha tenido la fortuna de convivir con personas de otros países, diferentes culturas, religiones, idiomas, contexto social, pero con ideales similares.
Una estancia de casi dos años en Costa Rica, en los Colegios del Mundo Unido (UWC por sus siglas en inglés, United World Colleges), durante los que cursó el bachillerato, le enseñó valores relacionados con el servicio social, la sustentabilidad, el respeto, la responsabilidad, así como el compromiso con la comunidad y el entorno.
“Fue una experiencia muy llenadora, porque era gente de todas partes del mundo, diversidad en escala socioeconómica, cultura y religión”.
Tuvo que pasar una minuciosa selección de esta fundación internacional que tiene sedes en muchos países, pero considera que valió la pena.
La misión de los Colegios del Mundo Unido es hacer de la educación una fuerza para unir personas, naciones y culturas en pro de la paz y de un futuro sostenible. Su propósito es formar estudiantes de alto nivel y ciudadanos responsables y comprometidos con su comunidad y su entorno físico donde quiera que estén.
Gaia participó en el programa Bachillerato Internacional, programa académico preuniversitario elogiado y reconocido en el mundo.
UWC tienen estancias en: Italia, Singapur, Gales, Costa Rica, Armenia, Estados Unidos, Hong Kong, India, Holanda, Mostar, Bosnia y Herzegovina, Noruega, Canadá, Alemania y Africa del Sur.
“Esta fundación busca promover la paz y el futuro sostenible a través de la educación y la convivencia diaria, gente de todas partes del mundo, jóvenes que se educan juntos y conviven, practicando la tolerancia y el respeto entre naciones y culturas”, relata Gaia.
Con este programa internacional, viajar, conocer culturas diferentes y educarse, son actividades que se pueden conjuntar, y que están al alcance de cualquiera que se lo proponga, porque se ofertan becas para ello.
“Una amiga estaba buscando becas y encontró esta, me la compartió y fue como me vinculé al proyecto. Me interesó porque no se trataba de un intercambio por seis meses, era participar en una aldea más global”, relata la joven que en ese tiempo tenía 16 años de edad.
Exámenes, entrevistas, llenar requisitos, convivencias previas, fueron algunos de los pasos que tuvo que seguir para poder ser aceptada. De un universo de 200 aspirantes de México, fueron cerca de 12 los seleccionados para la beca.
“Todos competimos por un lugar, el inglés no es un requisito, no es un factor que te impida ir, tampoco el dinero”, estableció Gaia.
El primer filtro es el promedio académico y de ahí se buscan personas que tengan un perfil de personas que estén interesadas en la comunidad genuinamente, que busquen encontrar soluciones a los problemas, que no provoquen conflictos, con cualidades diversas pero que prevalezca el respeto.
Participar en la estancia le representó a Gaia superar muchos retos: la distancia, el apego a la familia, madurar, responsabilizarse de tareas que no hacía, compartir habitación, comer alimentos diferentes, respetar a otros y sus pertenencias.
Relata que una de las cosas que más trabajo le costó fue abrir el refrigerador y saber que de todo lo que ahí había, sólo podía tomar un par de cosas que eran las que le pertenecían.
“No es como en tu casa que sacas de todo lo que hay, y comes todo lo que se te antoja aunque tu no lo hubieras comprado”.
Cerca de 200 personas fueron con las que Gaia convivió durante el bachillerato, correspondiente a dos generaciones.
La oportunidad está abierta para cualquiera que tenga las ganas de vivir esta experiencia, dice e invita a quienes quieran ser parte de esta comunidad se animen, y busque información en su sitio web www.uwcmexico.org y que quienes puedan apoyar con recursos lo hagan, para que muchos, al igual que ella se sigan beneficiando de este tipo de proyectos.
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